No merece la pena torturarse con
himnos fugitivos canturreados como pienso sobre las cabezas de las masas. El
pasado, sencillo como una arruga, pesa más a medianoche. La voz de Orfeo arde
en las tráqueas y es tan hermosa que otras bocas pueden cantar sus melodías
para detener el infierno durante cinco minutos.
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