miércoles, 11 de noviembre de 2015

Despertar



He estado dormida tanto tiempo, arremolinada en las bitácoras, nómada en la ciudad, sedentaria en las galaxias de libro y tumbona. Ahora quiero volver a destruir las copas que contienen el vino, necesito saborear esos cristales cortantes, para libar sin recipiente, con la lengua de las flores.
 Penden nuevos mitos de los árboles. No sé dónde estoy. Noto ese muro de ruido de las grandes ciudades y ese bulto de tristeza no llorada en el estómago.
Tal vez precise de esta soledad para elaborar una historia. Gracias a esa soledad, he comprendido que los árboles hablan el mismo idioma que mis órganos internos y que nuestra lengua es como cualquier otro reclamo de ave.
Ignoro si este vacío será bueno para crear un cosmos.
Adiós a la droga dura de la duda.

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