El paisaje y el clima modelan las emociones. Hay fuerzas
telúricas en los lugares. Hay enormes vientres de piedra y hormigón que nos
contienen y reparan como un segundo útero. Son nuestras casas. El viajero puede
dormir cada noche en un lugar distinto, y le sentará bien. El arte, los
cuadros, generan equilibrio. El objetivo es habitar la arquitectura modernista
(oh gran sabiduría gaudiniana); formas en espiral, hélices de ADN.... Buscamos un
nido que nos recuerde las copas de los árboles, los cielos estrellados y las
piedrecitas de campo. La corriente del río arrastra las corrientes del aura. Me
ha limpiado el alma de restos imprecisos. Mañanas azules, rayos de sol sobre
hombros llorosos.
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