viernes, 17 de julio de 2015

Descabezarse

YO (NO) SÉ CÓMO EMPEZAR ESTE LIBRO, POR ESO ME ASESINARÉ PRIMERO

(Voy a CASTRARME Y A  DESCABEZARME, como aconseja Edgar Cayce)
¡Atención a LA ÓRFICA SECUAZ!




He aquí  un ego degollado por el tedio (condenado a la prisión del sí mismo).
He aquí  un individuo infectado de sueños (susceptible al réquiem  de la inercia).
Dadle  algo tangible : como unos mocasines nuevos.
Dadle MMMM.... ¿de beber cerveza? (¿mesopotámica reminiscencia?)
Después,
amor-dazadle, encerradle en el cuarto oscuro de la infancia
llamad a los sicarios del desamor, A LAS GUILLOTINANTES CARICIAS DE LA GRAN PROMESA FALSA,
que sea sodomizado por los espectros pálidos de sus difuntos
y por las colas laberínticas de los pavos irreales
(canivalizado por la angustia, vómito de carrusel)
Entonces, se acariciará la mejilla y dirá:
“he aquí
 una pobre criatura que sufre”

¡Lástima del ego incapaz de no pensarse,
siempre pendiente de sí mismo (en bajada, sin freno de mano, colgando de tu oreja)
adicto al omphalos (templo regido por Júpiter)
pelele de Cuzco -el centro inmenso-
heliocéntrico y ptolemaico,

tan afín al libre albedrío como una jauría de hienas ante el áureo vellocino!

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