viernes, 17 de julio de 2015

Vanitas vanitatis


En la reclusión de unas horas muy duras, apenas luminosa la rendija de la esperanza, el Escritor se sentía consolado porque veía el mundo a través del rectángulo de su cuartilla, a través de la rejilla de la página impresa. Por allí entraba aire fresco y música antigua y alegría de futuro. No hay ventana a tan vastos horizontes ni tan subyugadora como ésta –cuartilla, libro- , ni que pueda darnos más absoluta fe en la permanencia del espíritu. 


Guillermo Díaz-Plaja, de “LA VENTANA DE PAPEL”.


¿Por qué la página en blanco se parece tanto a la mente en blanco del místico?

Como poeta

Mis pretensiones no podrían ser otras : afilar la palabra como al buen cuchillo, ceñirla a la idea cual el ropaje al cuerpo, ni demasiado grande, ni demasiado pequeña, simplemente ella: clara, escueta, precisa…(y ¿por qué no? ¡elegante!) Eso es: el lenguaje es una herramienta de precisión, la escalera que nos va a conducir peldaño a peldaño hacia esa neblina extraña llamada pensamiento, rumor, emoción…que flota por encima de nuestras cabezas, elevada, dispersa, casi inalcanzable, difícil de capturar. No nos bastaron las manos para retener el agua: inventamos el recipiente de la palabra. Con él recogemos la vida y la bebemos, regamos y salpicamos…Hay muchas clases de palabras, quiero decir, de recipientes: algunas parecen vastas como océanos, podemos sumergirnos en ellas, embriagarnos, remontar su superficie en un nado enérgico ; otras, sin embargo, caben en una sola lágrima. Y su poder no es sólo un triunfo interno, significan “comunicación”, expresión del ser. A través de los vocablos ordenamos, exponemos, describimos, inventamos mil circunstancias y hechos; caminamos sobre el puente que conduce a la otra orilla, el paso entre “yo” y “el mundo”, lo de adentro se expande hacia fuera, las impresiones florecen, y …nos sentimos un poco menos solos, ya que nuestro aire abandona a su aislante , dejamos de ser agua estancada. Fluimos y desembocamos en otras riberas. He indagado, he buscado por necesidad del cuerpo, la manifestación del “Yo soy”; persigo el día en el que sea capaz de mojarme en la palabra “agua”, cuando deje de haber un trecho entre el dicho y el hecho.

            Desafortunadamente, he conocido a muchos “ilusionistas de palabras” a lo largo de mi trayectoria vital. Con un complejo juego de efectos especiales, extraen poemas de su sombrero como si de conejos se tratasen. También los hay brujos y charlatanes que fabrican sus embelesadoras pócimas introduciendo en un caldero los ingredientes necesarios. Por ejemplo: abusan de aquellas palabras archiconocidas que tanto gustan - como “amor”, o “estrellas”, o “cielo”- y las cazan con su cucharón, para después ensartarlas en un collar, valiéndose de un artificio lamentable. Así engañan semejantes hipocritones a sus lectores, con patrañas no sentidas, haciendo uso de una sarta de mentiras, exhibiciones de no se qué artístico, puramente formal. Pero…¿Cómo distinguir la Verdad de la Apariencia? ¿Tendría razón Séneca al decir que la palabra adornada jamás es sincera? Hace unos días tuve noticia de poemas hechos por ordenadores. El programador insertó en la memoria de las máquinas algunas nociones de sintaxis y vocabulario, así como archivó varias obras literarias de nuestros más célebres autores. Es curioso cómo el ordenador construyó distintas composiciones al azar, que luego fueron mezcladas con poesías escritas por humanos. Acto seguido las obras fueron distribuidas en diversas universidades para que sus alumnos juzgasen qué escritos pertenecían a la máquina, y cuáles al hombre. Cabe decir que los resultados de las encuestas fueron nefastos. La máquina superó al hombre.


            Un filósofo oriental dijo en una ocasión: “El medio, algunas veces, es el mensaje”, porque …¡cuántas grandes ideas se habrán extraviado en la mente de tantos hombres, por el simple problema de la expresión! Reflexionemos acerca de los conflictos que ha acarreado el malentendido a lo largo de la Historia. Asimismo, observemos el logro de los buenos discursos en el terreno político, o en la incansable lucha por la paz. Soy consciente del abuso que hacen aquellos que , como buenos sofistas, son hábiles con las palabras, y sirviéndose de prefabricados malabarismos enredan a la masa ignorante. Pero continúo confiando en los autores que fueron fieles a su pensamiento. “Construiré una escalera de versos con el sueño de ver a Dios, o  quien quiera que sea el Autor de mi Personaje”, mi meta es llegar a una comprensión mayor del mundo interior y circundante. A través de la palabra creo que hemos llegado a comprender muchas cosas que nos angustiaban, además del papel principal que han tenido los libros, o las esporádicas conversaciones rutinarias, en la formación de lo que ahora soy y pienso. Considero un milagro que podamos mantener diálogos con hombres que murieron hace tres siglos, o que volemos sobre el lomo de una carta hacia nuestros amigos lejanos, o que, incluso, podamos seguir viviendo después de muertos, vigentes en un cuadernillo,  y conversar con nuestras futuras generaciones. ¿Podría ser esto último una posible vía de inmortalidad? Sea como sea, soy un río con meandros, a veces me alejo, me alejo demasiado, dispersándome. Por eso,  ahí va mi expectativa ante el lenguaje, justo en el pico de mi paloma mensajera (la palabra): Yo desearía –y me considero  ambiciosa - …¡Decir lo que quiero decir!   

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