La
poesía, en el principio de la civilización, estaba relacionada con rituales
sagrados. Los arúspices o adivinos, además de los magos, eran los únicos
letrados de la población. La escritura, por su carácter simbólico, solía
relacionarse con la religión, el oficio mistérico, el vínculo del ser humano
con una conciencia superior, poderosa y con posibilidad de operar en el devenir
histórico.
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