viernes, 17 de julio de 2015

Oliver Grimball


Había un hombre de Chicago, con una fuerza increíble, bomba recitadora del Spoken word. Cabellos locos encrespados y ojos grandes negros vivos como pozos llenos de petróleo espiritual. Se volvía chiflado de verbos, se tragaba las ficciones que cantaba mientras escupía fuego, era el gran chalado del paso, balbucía descalabros y autopistas y trepaba y embestía y conducía el macabro cosmos.

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