Oliver Grimball
Había
un hombre de Chicago, con una fuerza increíble, bomba recitadora del Spoken
word. Cabellos locos encrespados y ojos grandes negros vivos como pozos llenos
de petróleo espiritual. Se volvía chiflado de verbos, se tragaba las ficciones
que cantaba mientras escupía fuego, era el gran chalado del paso, balbucía
descalabros y autopistas y trepaba y embestía y conducía el macabro cosmos.
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