Manifiesto de la olla melancólica
Sobre la retórica vacía
Los sentimientos puros caen ante el peso de la
retórica. Existe una idiotez con tendencia a la profundidad, un nihilismo de
las palabras. Algunos poetas extraen su obra de una especie de olla mágica
donde nadan esas palabras bonitas que suelen gustar a la gente, a veces por
ininteligibles, otras por audaces. Y, mediante enlaces determinados, el “poeta”
pesca vocablos como si fuesen
truchas.
¡Ya está! ¡Del sombrero se
saca un conejito! Y so pretexto de estar utilizando las llamadas metáforas, y
toda esa flota de recursos estilísticos, el autor se jacta de la sublimidad
máxima.
El ser humano busca entre los
libros mentiras reales. Los conceptos deben prevalecer por encima del fin
estético, y han de ser expresados con sencillez, que no simplicidad.
Me harté de las ollas con
palabras mágicas. Y de los hipócritas
que llamándose poetas dicen vivir en la
dulce rosa y miel de nenúfar sobre laberinto, o amor color de hiel, sobre el
verde de tu piel, o sobre el mar yo lloraré con collares de Babel, o tralarí,
tralará, el océano de tu juventud es un triste alud de esperanza, o tus labios
saben a leche ordeñada de dos mil tarros de mermelada, o moriré porque no me
rescató el ángel de tus entrañas.
Decidme si alcanzará el día
en el que el arte escuche el llanto de los que lloran. Decidme si alguna vez
será justo con la necesidad del que lo clama. Decidme si el verdadero escritor
no escribió para decir una sola verdad al mundo y saciar así su desconsuelo.
Decídmelo, malabaristas de circo, charlatanes estruendosos que encerráis la
belleza de la vida entre vuestro dinero e hipócritas formas. Susurrad si lo
deseáis, por una vez os escucho.
Nació el mercantilismo
literario. Nació el capitalismo
artístico. Nació el vacío enmascarado. Decidme por qué son tan esplendorosos
los ropajes y tan pobre el cuerpo.
El verdadero arte es silencioso.
Levita sobre el movimiento de las copas de los árboles, bajo los
párpados del enfermo, en las mejillas
del que derrama lágrimas, en la sonrisa del que ha intuido el fondo de este
pozo lleno de infinito. Y, alguna vez, la inspiración te abraza cuando aún no
has desarrollado los reflejos de fotografiar a la musa traviesa que te incita a
vivir.
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